Ladrones encapuchados se robaron mi corazón follándome como si fuera una zorra
Fue una noche oscura, silenciosa y extrañamente tranquila, mis padres estaban de viaje y mi hermano cuidaba de mi abuela, de pronto escuché ruidos extraños y me di cuenta asustada de la presencia de estos ladrones encapuchados, les pedí que no se llevaran nada, no entiendo por qué, pero súbitamente me puse caliente, he estado sola tanto tiempo que creo que sufrí de síndrome de Estocolmo porque fueron tiernos, no quisieron hacerme daño, me dieron un beso y en ese momento me toqué el coño, ellos hablaron en silencio y procedieron a penetrarme, me vi abrumada por tantas pollas a mi alrededor esperando poder penetrarme, a los que esperaban su turno de gozar de mi coño caliente los masturbaba, lloré porque me sentí algo culpable, pero oportunidades como éstas se dan solo una vez en la vida y además después de tanto placer no se llevaron nada, gracias a mi vagina.